Su cuerpo se está deshaciendo. Es una máquina gastada, decrépita, fallida. Los problemas aparecen en oleadas, sucesiones de diagnósticos le informan de lo inminente. En su aceptación de lo inevitable solo pide que alejen el dolor. Su mal, su enemigo, es el cáncer. Es un cuerpo comido por el cáncer, que se viene manifestando de forma ordenada, pausada, cruel, en vejiga, pecho, piel. Ha entendido el proceso y vive en la espera. Solo pide que no duela. El resto del tiempo, se evade por el sueño. Dormir es su único modo de no estar. Durmiendo aleja el dolor, o su conciencia. Durmiendo sueña, y con el sueño la enfermedad desaparece y vuelve a entornos más seguros, en los que no hay trazas de dolor, en los que hay esa vida que ya no tiene, que añora y que sabe —cuando está en vigilia— que nunca volverá. Ayer recibió la noticia de que esa pequeña herida en el muslo, esa «heridita que no termina de curarse», era un carcinoma. Acababa de confiarle a la doctora que iba a asistir, en unos días, a la representación de «El Cascanueces». En sus ojos llenos de niebla atisbé a ver el brillo de algo parecido a una ilusión. Lástima que le fue arrebatada de cuajo con ese diagnóstico. Saliendo de la consulta, aferrada a mi brazo, murmuró para sí «estoy podrida».
Pequeña, frágil. Desorientada. Simulando que no sufre esa ceguera que después del segundo infarto cerebral le ha sumido en una introspección aún mayor si cabe, me esperaba sentada, aferrada a su bastón y a su teléfono, en el que busca a hurtadillas recetas milagrosas que le devuelvan una salud y una fuerza perdidas de forma irreversible. La observo de lejos y los ojos se me llenan de lágrimas. Estoica. Dura como el pedernal, seca como el olivo hendido por el rayo del de Collioure, espera confiante, abandonada su autonomía y entregada en mis manos, mientras yo organizo operaciones y fechas, engullendo decepción y miedos, apretando los dientes y aprestándose a dar, de nuevo, otro paso hacia adelante...
Esa noche, como todas las noches desde que empezamos esta odisea, me dio las gracias después de haberle inyectado heparina en la tripa...