CONTRA los persuasores ocultos; CONTRA esas instancias que, de forma inadvertida, establecen pautas no contrastadas de valoración, que no son más que pautas autoritarias; CONTRA las instancias comerciales de todo tipo (galerías, ferias de arte, exposiciones referenciales, bienales, documentas) que ejercen una tarea de encuadramiento de las propuestas artísticas, articuladas a través de la espectacularidad; CONTRA los centros de arte o los museos que, lejos del papel de incitación y diálogo cultural que les correspondería, se han convertido en centros de ocio, cuando deberían ser espacios de problematización cultural que cuestionaran el universo cultural masivo en el que vivimos, laboratorios de la creación, lugares de encuentro para el ejercicio de la creatividad y el pensamiento; CONTRA esas plataformas del espectáculo que no son sino meras instituciones de legitimación política y comercial; CONTRA todos ellos, es de la máxima importancia una crítica artística sólida y fundamentada teóricamente.
Porque la pluralidad de líneas y propuestas de las artes de nuestro tiempo converge a su vez con la pluralidad de públicos y receptores de esas propuestas, es necesario un trabajo de encuadramiento y contextualización de las mismas. Una tarea de mediación interpretativa entre las obras y los públicos, que fije lo que hay de verdad, de perdurable, en las obras. Como dijo Adorno, la tarea de la crítica consiste en separar el "contenido de verdad" de "los momentos de falsedad" de las obras, lo que precisa concebir la crítica de arte como "filosofía aplicada" que establezca pautas de universalización a partir del diálogo abierto con las obras y propuestas artísticas singulares, siempre a posteriori.